El Colegio
¿Qué nos diferencia?
Sólido prestigio y trayectoria.
Nos consolidamos como un referente en la educación, brindando a nuestros estudiantes las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos del mundo actual. Para ello, buscamos educar pensadores críticos y de mentalidad abierta, que salgan preparados para vivir, estudiar y trabajar donde deseen.
Lenguas extranjeras: dominio del idioma inglés.
Creemos en el poder transformador del dominio del inglés, es por eso que brindamos una educación bilingüe de calidad que permite adquirir habilidades de comunicación efectiva en este idioma, preparando a nuestros estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo globalizado en el que vivimos.
Ambiente afectivo y enriquecedor.
Aplicamos una enseñanza personalizada y flexible que busca despertar en los estudiantes la motivación y la curiosidad por aprender. Nuestro enfoque va más allá de la formación académica, también nos centramos en la formación integral de los estudiantes como buenas personas y una educación humana completa.
Nuestra Misión
Desarrollar un Proyecto Pedagógico Integral que fomente la adquisición de conocimientos, habilidades y valores que permitan al estudiante desenvolverse tanto en el ámbito académico como en el personal. Asumimos esta tarea, a través de un trabajo conjunto de toda la Comunidad educativa con el objetivo de formar personas comprometidas y responsables.
Nuestra Visión
Aspiramos a gestionar aprendizajes de calidad, con valores y principios reflejados en una sana convivencia escolar, permitiendo a los estudiantes desarrollar su proyecto de vida impulsando su participación en la Comunidad al actuar como agente activo que promueva cambios a través de una visión constructiva, democrática y de solidaridad social.
Nuestra Historia
El Colegio Confluencia es el resultado de un sueño compartido por tres educadoras:
María Isabel González Victorica, María Robbio y Ana O'Really.
Nació el 3 de marzo de 1990 en la ciudad de Neuquén, capital de la provincia del mismo nombre. Abrió sus puertas con Jardín de Infantes, 1º y 2º Grado de Nivel Primario, con apenas 34 alumnos.
La pequeña vivienda en la calle Talero, en el centro neuquino, fue el punto de partida de este gran proyecto, y por eso es recordada como "la casita de Talero".
Gracias a la calidad y la confianza que generó su propuesta educativa, al amor y esfuerzo de sus fundadoras, y a la excelencia del equipo docente, las familias se sumaron rápidamente y fue inevitable buscar una nueva sede.
En 1991, se inauguró el actual edificio, ubicado en la Avenida Leloir.
El paisaje y las condiciones actuales de la ciudad poco se asemejan a aquellos primeros años. En aquel entonces, Leloir era una calle sin asfalto y el colegio se encontraba en medio de un descampado, rodeado del suelo arcilloso de la barda.
Sin embargo, nada detuvo la valentía y perseverancia de estas tres docentes, que creían en su proyecto.
Fundadoras
María Isabel González Victorica, María Robbio.
Consejo Directivo
Presidente: Maria Robbio
Vicepresidente: Juan Carlos Bazterrica
Tesorero: Ernesto Bassi
Secretario: Camila Bazterrica
Representate legal
Camila Bazterrica
Ideario
1) El desarrollo de la vida afectiva para:
Conseguir que los sentimientos se desarrollen en forma integral y armónica.
Ordenar los sentimientos de manera acorde con la realidad.
Aceptar, afianzar y expresar la propia identidad.
Conseguir que la vida afectiva se despliegue jerárquicamente integrada y abierta a los valores del espíritu y de la fe.
2) El desarrollo de la vida intelectual para que:
Adquieran hábitos que perfeccionen las dimensiones del conocimiento teórico y práctico.
Estimulen su creatividad en la captación de la verdad, el bien y la belleza de lo real y en la aplicación de esos valores.
Aprendan a amar, buscar y gozar de la verdad, el bien y la belleza de lo real y en la aplicación de esos valores.
Crezcan en el conocimiento de sí mismos capacitándose para realizar una objetiva y adecuada autoelevación que admita las propias cualidades y acepte los propios límites.
Se interesen por lo que rodea y adquieran madurez de juicio para evaluar las personas, los acontecimientos y las cosas.
Logren un pensamiento y una comunicación fluida en el idioma inglés.
3) El desarrollo de la vida física para:
Asegurar en ellos su buen estado de salud.
Desarrollar sus capacidades naturales en una totalidad armónica y estética.
Favorecer y acrecentar las potencialidades de una buena condición física básica y permanente.
Proponerse la realización de actividades deportivo-competitivo-recreativas, como medio de vivenciar valores morales, integradores de una personalidad armónica.
Lograr a través de toda actividad físico-deportiva, una natural y valiosa interacción social y cultural.
Lograr que, a través del deporte competitivo se afiancen los valores implícitos en el juego limpio.
4) El desarrollo de la vida social para que:
Conozcan profundamente las necesidades y posibilidades de la comunidad a la que pertenecen y en la que deban vivir en adelante.
Desarrollen el sentimiento de amor a la Patagonia y un sano orgullo de pertenecer a ella.
Asuman de manera responsable el compromiso con su tierra, mediante el servicio y la participación en los diversos planos que ésta les ofrezca.
Realicen su vocación comunitaria en el encuentro personal y consciente con el otro.
Valoren con objetividad a los demás, aceptándolos y respetándolos en su propia personalidad.
Colaboren y participen con responsabilidad y en actitud de servicio, en su familia, en su grupo y en el ambiente socio-cultural que integran.
Adquieran una actitud de auténtico diálogo en sus relaciones humanas, abriéndose con plena libertad a los valores de su país y de toda la comunidad humana.
Se capaciten como argentinos de hoy para ser agentes comprometidos en un proceso de cambio orientado hacia la construcción de una Patria regida por los principios evangélicos de la justicia, de la paz y del amor.
5) El desarrollo de la vida moral para que:
Sean capaces de realizar opciones libres teniendo en cuenta una jerarquía objetiva de valores.
Logren las virtudes fundamentales, a saber:
- la prudencia: pues permite discernir en cada situación lo que realmente es bueno;
- la justicia: para dar a cada uno lo que corresponde y cooperar en la consecución del bien común;
- la fortaleza: que permite resistir y afrontar los obstáculos y dificultades en el camino hacia el bien;
- la templanza: que permite subordinar la búsqueda del placer al logro de valores superiores, con naturalidad y alegría.
Al lograr estas virtudes fundamentales, desplieguen todas aquellas que son sus consecuencias: humildad, veracidad, paciencia, generosidad, espíritu de sacrificio, disciplina, patriotismo, etc.
Sean capaces de comprender y vivir las normas éticas, no como imposiciones formales sino como caminos de realización personal.
Preparen un espacio interior que haga posible la presencia de Dios.